La Iglesia Anglicana y San Agustín


La primera puede existir sin la segunda, pero la segunda no puede existir sin la primera. Agustín supone que muchos nacen en el reino de la gracia sólo para perecer de nuevo; Calvino sostiene que en el caso de los no electos el bautismo es una ceremonia sin sentido; el que pone la ilusión en el efecto interior, el otro en la forma exterior. El sistema sacramental, eclesiástico, pone el énfasis principal en la regeneración bautismal, en perjuicio de la elección eterna; el sistema calvinista o puritano sacrifica la virtud del sacramento a la elección; el sistema luterano y el alto anglicano buscan un término medio, sin poder dar una solución teológica satisfactoria al problema.

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La Iglesia Anglicana y San Agustín

La Iglesia Anglicana, sin embargo, permite los dos puntos de vista opuestos, y sanciona el uno en el servicio bautismal del Libro de Oración Común, el otro en sus Treinta y nueve Artículos, y otras normas, según lo interpretado por la iglesia baja o partido evangélico en un sentido moderadamente calvinista.
Era un orden evidente de Dios, que la teología de Agustín, como la Biblia Latina de Jerónimo, apareció justo en ese período de transición de la historia, en el que la vieja civilización estaba pasando antes del diluvio de la barbarie, y un nuevo orden de cosas, bajo la guía de la religión cristiana, estaba en preparación. La Iglesia, con su fuerte e imponente organización y su firme sistema de doctrina, debe salvar al cristianismo en medio de la caótica agitación de la gran migración, y debe convertirse en una escuela de entrenamiento para las naciones bárbaras de la edad media.1

Sagradas Escrituras

En este proceso de formación, junto a las Sagradas Escrituras, la erudición de Jerónimo y la teología e ideas fértiles de Agustín fueron los agentes intelectuales más importantes.
Agustín fue tenido en tan alta estima que podía ejercer influencia en todas las direcciones, e incluso en sus excesos no se ofendía. Era lo suficientemente católico para el principio de autoridad de la Iglesia, y al mismo tiempo tan libre y evangélico que modificó su carácter jerárquico y sacramental, reaccionó contra sus tendencias hacia el exterior, el ritualismo mecánico, y mantuvo viva una profunda conciencia de pecado y de gracia, y un espíritu de ferviente y verdadera piedad cristiana, hasta que ese espíritu creció lo suficiente como para romper la cáscara de la tutela jerárquica, y entrar en una nueva etapa de su desarrollo. Ningún otro padre pudo haber actuado más benéficamente en el catolicismo de la edad media, y haber provisto con más éxito la Reforma evangélica que San Agustín, el digno sucesor de Pablo, y el precursor de Lutero y Calvino.

Epoca de la Reforma

Si hubiera vivido en la época de la Reforma, con toda probabilidad habría tomado el liderazgo del movimiento evangélico contra el pelagianismo prevaleciente en la Iglesia Romana, aunque no habría llegado tan lejos como Lutero o Calvino. Porque no debemos olvidar que, a pesar de su fuerte afinidad, hay una importante diferencia entre el catolicismo y el romanismo o el papado. Sostienen una relación similar entre ellos como el judaísmo de la dispensación del Antiguo Testamento, que miró y preparó el camino para el cristianismo, y el judaísmo después de la crucifixión y después de la destrucción de Jerusalén, que es antagónico al cristianismo. El catolicismo abarca toda la historia antigua y medieval de la Iglesia, e incluye las tendencias paulinas, agustinianas o evangélicas que se incrementaron con las corrupciones del papado y el creciente sentido de la necesidad de una "reformatio in capite et membris".

Concilio de Trento

El romanismo propiamente dicho data del Concilio de Trento, que le dio expresión simbólica y anatematizó las doctrinas de la Reforma. El catolicismo es la fuerza del romanismo, el romanismo es la debilidad del catolicismo. El catolicismo produjo el jansenismo, el papado lo condenó. El papa nunca olvida y nunca aprende nada, y no puede permitir ningún cambio de doctrina (excepto por adición), sin sacrificar su principio fundamental de infalibilidad, y por lo tanto cometer suicidio. Pero el catolicismo puede finalmente romper las cadenas del papado que lo han mantenido confinado durante tanto tiempo, y puede asumir una nueva vida y vigor.

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